Las organizaciones enfrentan riesgos que no son estáticos, sino que reflejan los tiempos en los que esta se desenvuelve. Esto requiere capacidad de aprendizaje, adaptación y nuevas prácticas para que los mismos no supongan una amenaza a la existencia de las empresas. En la siguiente sección encontrarán algunos riesgos relevantes a los que se enfrentan las organizaciones y algunas soluciones para protegerse de ellos.
La pandemia y las interrupciones en la cadena de suministro
Las medidas de restricción a la movilidad para impedir la propagación de la pandemia nos dejan lecciones aprendidas sobre los efectos que este tipo de medidas producen en las cadenas de suministro. Con la pandemia del Covid19, el cumplimiento de compromisos de los agentes económicos se vio amenazado de forma inesperada, al tener que interrumpirse forzosamente la actividad en muchos sectores y en varios países simultáneamente.
Una de las principales lecciones que pudimos aprender consiste en la importancia de contar con alternativas en la cadena de suministro de nuestra empresa, que permitan la activación de una o varias vías alternativas que posibiliten a la empresa a cumplir sus compromisos a pesar de la incapacidad de nuestros proveedores y la cadena logística que siempre se debe cumplir con nuestros requerimientos. Incluso se revela la necesidad de verificación de las condiciones de esta cadena en el corto plazo como paso previo a la aceptación de órdenes de trabajo o pedidos de cierta magnitud.
Otra lección que nos deja la interrupción de la cadena de suministro es la necesidad de definir claramente la fuerza mayor y la forma en cómo se procederá en caso de que un advenimiento de condiciones irresistibles e incontrolables para las partes. Una cuestión curiosa al respecto de este punto es que hoy en día, un recrudecimiento en el número de contagios y un nuevo cierre de algunas actividades de la economía ya no podría entenderse como un advenimiento de condiciones “inesperadas”. Esto por el antecedente que nos deja el año 2020: una nueva restricción generalizada a la movilidad. Hoy en día, puede entenderse como un hecho que no constituye fuerza mayor por ser conocido en el momento en que se adquieren las obligaciones.
Dicho esto, quien no pueda cumplir debido a las nuevas restricciones de la movilidad no podría alegar esa causa para justificar su falta de cumplimiento sin que esto le implique sanciones. Una buena negociación debe incluir, más que nunca, una correcta identificación de los riesgos, seguida de los acostumbrados planes para la mitigación y distribución de los mismos, a fin de que se mantenga el equilibrio entre las partes, aún en casos extremos como el que nos deja los efectos de la pandemia.
Facturas impagadas
Durante la crisis del Covid19, la actividad económica se vio forzada a reducirse a su mínima expresión, lo cual supuso una prueba de fuego para la supervivencia de las empresas; con una ya menor movilidad de forma continuada, ha supuesto una amenaza a la continuidad de los negocios. Esto nos revela nuevamente la amenaza que supone el otorgar crédito al vender los productos o servicios de nuestra compañía, bien sea por dificultades temporales o incluso la quiebra de las instituciones que poseen nuestros clientes. Lo cierto es que la falta de pago de los productos o servicios ya vendidos, amenaza la solvencia de la propia organización. Por lo tanto, es importante informarse sobre cómo se puede mitigar este riesgo.
Una verificación preliminar de la solvencia de sus clientes y su comportamiento de pago en un buró de crédito puede ayudarle a tomar la decisión antes de otorgar un crédito. Ahora bien, si se ha otorgado y su cliente entra en dificultades de pago, entonces se requiere gestionar el cobro de deudas, para lo cual existen empresas y profesionales a los que se puede recurrir. Por supuesto, también existe la opción de protegerse contra el riesgo de no pago de facturas a través de una póliza de seguro de crédito, el cual indemniza por las pérdidas ocasionadas por la insolvencia o mora prolongada de sus clientes.
Fraude
Lastimosamente, se trata de un riesgo en el que pueden participar sus propios colaboradores de la empresa, es decir, que puede ser interno. El fraude puede realizarse, por ejemplo, mediante la suplantación de la identidad de un cliente para realizar pedidos a su empresa, lo cual activaría toda la cadena de movilización de recursos para cumplir con los pedidos que en realidad nadie va a pagar. Existe también el riesgo de fraude para suplantar la identidad de sus proveedores para solicitar el pago de facturas en una cuenta bancaria “nueva” a fin de defraudar en el pago que su empresa realiza de buena fe. Para evitar caer en el engaño, son necesarios los controles y verificaciones en procesos vulnerables como los de recepción de pedidos y de pago a proveedores.
Los ciberataques
El incremento del uso de internet y la digitalización ofrecen nuevas oportunidades a los estafadores. El riesgo de fraude adquiere otra dimensión cuando puede realizarse de forma remota desde cualquier lugar del mundo. Esto puede incluir la suplantación de identidad de funcionarios de su propia empresa a través del acceso a sus correos electrónicos o teléfonos. Una vez el defraudador puede dar órdenes internas dentro de su organización, pareciendo ser un ejecutivo, podría realizar pagos, aceptar nuevas ofertas, dar por aprobados nuevos datos bancarios de proveedores. Ante estos nuevos riesgos, es necesario que sus empleados tengan entrenamiento para distinguir mensajes reales de aquellos que lanzan diferentes tipos de ataques a su organización. También es necesario, nuevamente, reforzar los procesos para la verificación de identidades en procesos clave como la aceptación de pedidos o la realización de pagos.
En resumen, los riesgos emergentes suponen retos operativos a las empresas los cuales pueden ser mitigados mediante planeación, traslado de riesgos, ajuste los procesos, entrenamiento del personal, entre otros. Nuestra principal herramienta para la gestión de estos riesgos está en que los tengamos identificados y diseñemos formas de mitigarlos.
