Más allá de las situaciones coyunturales en cada país, estamos en pleno siglo 21 y las compañías deben sumarse a la era de la digitalización. Ya no hay excusas: la que no lo haga, estará en desventaja frente a su competencia.
No importa el tamaño de la empresa, no es una cuestión de volumen. Se trata de una necesidad vital, no sólo para crecer más, sino para sobrevivir. Es que si no lo hacen (y lo hacen bien), más temprano que tarde perderán participación en el mercado, y no hace falta explicarles a los empresarios qué pasa cuando esto sucede.
Un interesante ejemplo de cómo la tecnología, las redes sociales, el marketing digital y el sentido de la oportunidad pueden fortalecer una marca es el de la cerveza Quilmes, de AB Inbev.
Comenzó con un imprevisto (siempre hay que estar atentos a estas cosas): un repartidor de cerveza fue filmado casualmente por una cámara de seguridad cuando se le caían decenas de cajones y se destruían más de 400 botellas. Como era de esperar, el video se viralizó.
¿Qué hizo la marca? Todo bien. En tiempo real, los responsables de imagen exprimieron la situación, crearon el hashtag #elpibedeloscajones y se lanzaron a la búsqueda del empleado, que hasta era un absoluto desconocido. Gracias a las redes lo encontraron y lo premiaron con un viaje a la Copa América en Chile.
¿Inversión? Mínima. ¿El resultado? Óptimo. Miles de menciones en las redes, los noticieros hablaron del tema (gratis) y la imagen de la marca se vio vinculada a algo tan positivo como ayudar a un trabajador caído en desgracia.
Este ejemplo es de una multinacional, pero puede aplicarse a empresas pequeñas, sólo es cuestión de conocer el abanico de posibilidades que el mundo digital abre para los negocios.
En Israel, Coca se asoció con Gett, una aplicación de taxis. Fue para crear una publicidad para TV que utilizó tecnología de comunicación interactiva: cuando un potencial cliente veía el spot en su Smart TV, se activaba automáticamente un mensaje en la aplicación de Gett para ofrecer a los clientes un delivery de dos botellas de refresco (Coca-Cola, por supuesto). Una vez aceptada la propuesta, llegaban al domicilio, en taxi y dentro de un bolso refrigerado de la marca. Se hizo en verano, en los días de más calor. El sistema se puede adaptar fácilmente para otros productos.
Otro ejemplo de cómo aprovechar la digitalización en el marketing: Airbnb y su campaña “Night At”. Fue en 2014, cuando un estadounidense (de Texas) se quedó encerrado en una librería de la cadena Waterstones, en Londres.
David Willis, la “víctima”, publicó en su cuenta de Twitter que lo habían dejado dentro de la librería, rodeado de libros. La red social “explotó” de mensajes y el hashtag #WaterstonesTexan se volvió viral.
¿Qué tiene que ver Airbnb? Los responsables de marketing advirtieron la “envidia” de la gente por poder dormir rodeados de libros y lanzó un concurso cuyo premio era, precisamente, una “pijamada en una librería”. Decenas de tiendas quisieron asociarse con Airbnb para el proyecto.
El desarrollo y la optimización de las áreas de computación, telecomunicaciones y procesamiento de datos no son exclusivas de las grandes corporaciones. Muy por el contrario, son la base para ayudar también a pymes a aumentar su productividad.
Una forma de hacerlo es ahorrando. En enero de 2017, Siemens reveló en México un trabajo que explica que la adopción de tecnologías digitales puede traer grandes ahorros de gestión. El vicepresidente de procesos industriales de esa compañía en el país Azteca, Iván Pelayo, explicó que volver eficiente los procesos internos de datos a través del uso de tecnologías digitales permite ahorrar energía, reduciendo el valor de las tarifas eléctricas entre 20 y 40 por ciento.
Es decir: digitalización es sinónimo de boletas de luz más bajas. Lo dice Siemens, que de energía conoce (y mucho).
Sin reconversión digital, el futuro es incierto, especialmente para algunas actividades donde las oportunidades no abundan. Es el caso de la Asociación de Industriales Gráficos del Uruguay, que año a año ven caer los ingresos de sus empresas adherentes en un mercado cada vez más deprimido.
En sólo dos años, Uruguay pasó de 700 imprentas que ocupaban 6.000 personas a 350, y con 1.500 empleados menos. Las causas son varias, pero se centran en la invasión de los medios digitales y en la falta de creatividad, capacidad y decisión de los empresarios para afrontar el problema.
En resumen, el paso al mundo digital es una oportunidad para destacar en el propio giro de negocio aprovechando tecnologías emergentes en función de brindar un mejor servicio, generar soluciones más sofisticadas o alcanzar una nueva rama de posibles clientes con necesidades diferentes a las tradicionales. Las empresas exitosas, al final del día, serán aquellas capaces de adaptarse creativamente a estos cambios.