Puede parecer natural que el trabajo duro y esforzado equivalga al constante crecimiento de la empresa. Sin embargo, esto no es necesariamente cierto. Dedicar todo el tiempo al quehacer cotidiano puede significar que la empresa se está estancando. Entender a la resolución de problemas como una meta alcanzada es un error; en realidad se parece más a una parada para cambiar una rueda ponchada.
Esta metáfora ayuda a comprender lo reactivo versus lo proactivo. Si la rueda de un vehículo se poncha, este no podrá seguir su camino y habrá que cambiarla. Al cambiar la llanta, se está aplicando la reactividad; el reaccionar ante un problema. No obstante, la proactividad permite que se prevengan los problemas, para no enfocar los esfuerzos únicamente a apagar incendios o a parchar llantas.
El tiempo invertido en la planificación y la implementación de dinámicas efectivas es más valioso que saber exactamente cómo resolver esos problemas con precisión. Volviendo al ejemplo del vehículo: probablemente habría que considerar otro camino para llegar al destino. Comprender cómo los problemas que se presentan pueden ser solucionados, pero que esto lleve a un entendimiento profundo de la situación. Tener mecanismos corporativos que contemplen problemas futuros y ofrezcan un acompañamiento integral es señal de esa proactividad.
En realidad, la respuesta a esta pregunta tiene mucho que ver con la experiencia particular de cada entidad. Además, ¿qué significa crecer? ¿Liberar procesos y automatizarlos implica crecimiento? Se trata de un término muy presto a interpretación. De lo que se tiene certeza es que cualquier empresa apunta a ser más eficiente, mejorar su calidad, prestar un mejor servicio, tener una mayor rentabilidad y un largo etcétera.
La mejor manera de determinar hacia dónde hay que crecer es identificar aquellos puntos en los procesos de una empresa que pueden ser llevados a cabo de una manera eficiente. Por supuesto, siempre hay una manera de mejorar. Por ejemplo, prever el crecimiento del equipo de cobranzas de una empresa implica la necesidad de desarrollar nuevas soluciones para que este funcione de manera óptima. Considerar un servicio que guíe y garantice el buen funcionamiento de este tipo de procesos que se vuelven complejos con el crecimiento equivale a entender en qué dirección va esa evolución de la empresa.
Por lo general, la tecnología ha servido al mundo de los negocios para automatizar, integrar y redirigir procesos de producción, investigación, desarrollo, promoción y ventas. Sin embargo, son pocas las empresas que exploran sistemas tecnológicos que les permitan crecer.
Desde un punto de vista pragmático, esto supone una manera exponencial para el desarrollo, al dejar en manos de las nuevas tecnologías procesos que en otro momento se ejecutaban manualmente o en persona. Un ejemplo claro es el cambio drástico que ha experimentado la banca: hace menos de una década era imposible tener información detallada de una cuenta bancaria sin acudir a hablar con un asesor. Hoy, basta con descargar una aplicación móvil para ejecutar todo tipo de transacciones y recibir información personalizada.
Un artículo publicado por Forbes indica que uno de los principales obstáculos para implementar soluciones tecnológicas en pequeñas y medianas empresas es la percepción equivocada de que estos activos son excesivamente costosos y pueden afectar la liquidez.
No es un secreto que el entorno de los teléfonos inteligentes está ganando cada vez más espacio, de hecho según Revista Líderes los usuarios de teléfonos inteligentes crecieron en 490% entre 2011 y 2016 en Ecuador. Esto habla mucho de cómo las dinámicas de accesos a la información y, por ende, a productos cambia de acuerdo a la evolución tecnológica.
El dar un buen uso a las nuevas tecnologías y el pensar en crecimiento estratégico no tendrá éxito si no existe una planificación que dibuje el camino y el accionar de una empresa.
La planificación es la herramienta más importante. En términos financieros, organizacionales y estratégicos, planificar significa trazar un mapa de hacia dónde se quiere dirigir.
Cuando se cuenta con una cartera de clientes importante y la sostenibilidad del negocio depende del pago oportuno de las cuentas que se tiene con esos clientes, es fundamental establecer un proceso de acompañamiento que garantice el cobro de esas facturas. Entender profundamente la salud financiera de clientes nacionales y extranjeros es vital para mantener y lograr ejecutar una planificación pensada para el crecimiento empresarial.
Esto implica minimizar el riesgo de caer en una gran cantidad de cuentas por cobrar y no poder dedicarse al verdadero giro del negocio. El Seguro de Crédito de Seguros Confianza es un acompañamiento integral para el ciclo de ventas de la empresa; pues además de calificar a los compradores a crédito, apoya en el proceso de cobranzas de las cuentas impagas, e indemniza en caso de no ser posible la recuperación de las cuentas por cobrar.