En la última década, la automatización se ha convertido en una oportunidad para aumentar la productividad en las empresas y expandir a corto plazo la sostenibilidad del negocio. Con lo innovador, también nacen las amenazas para otros: los trabajadores. Muchos de los empleos más mecánicos son aquellos con mayor probabilidad de ser sustituidos por un software que haga el trabajo en menos del tiempo requerido.
No hay que volver muy atrás en el pasado, ni viajar a otras culturas para entender cómo funciona la automatización, basta con haber estado en restaurantes de comida rápida con pantallas táctiles o saber que Amazon está comenzando a emplear locales o mini supermercados donde no hay personal de caja ya que los consumidores disponen de máquinas automáticas para pagar una compra.
En octubre de 2016, un automóvil de la compañía Uber viajó durante 200 kilómetros para entregar un pedido de la cervecera Budweiser, sin mencionar el objetivo publicitario en la acción. El hecho es que no contaba con un chofer a bordo, solo una persona que estuvo al tanto del sistema automatizado. Esto es un ejemplo de la variabilidad disruptiva de la fusión entre la economía y la tecnología y cómo la fuerza laboral está cambiando.
Con la tecnología hemos visto a su mínima reducción los cajeros de estacionamiento, los vendedores de tarjetas de recarga para celulares, el telemarketing y un sinfín más.
Así como avanzamos con el paso de los años, los empleos se vuelven más y más especializados e inclusive, vulnerables. Las empresas y grandes compañías buscan minimizar errores de factor humano y mejorar la calidad de los servicios y productos; estos factores en pro de conseguir resultados que van más allá de la capacidad humana.
No hay que temer a una intervención inteligente de las máquinas contra humanos. Ya convivimos con teléfonos inteligentes, dispositivos que responden ante nuestras emociones y condicionamos otros para que respondan a nuestras indicaciones. Así es como la automatización está transformando el trabajo y la economía. Más allá de reemplazar algunas labores, este es un concepto que ya está entre nosotros y que tiene que entenderse como una evolución que traerá ventajas a largo plazo para la sociedad.
En países como Alemania, Holanda, Noruega y Dinamarca, la automatización es un elemento habitual en su desarrollo como sociedad. El contar con el apoyo de sistemas avanzados e inteligentes que hacen las tareas automáticas dentro de una empresa, ha llevado a una reducción de las horas de trabajos y por consiguiente en un aumento considerable de la productividad.
En cuanto al auge de la robótica, es un hecho que cambiará el modo de hacer negocios en muchos sectores económicos. Un estudio realizado por la consultora internacional, McKinsey & Company señala que la productividad aumenta entre un 0,8% y el 1,4% al año cuando los sistemas automatizados intervienen en el proceso industrial de una compañía.
Por otro lado, la Organización Internacional del Trabajo (OIT), estima que la automatización reemplazará a la fuerza laboral menos cualificada. Países del sudeste asiático sentirán el mayor impacto, ya que el 80% de los trabajadores de esa región se encuentran en riesgo de perder su puesto progresivamente en las próximas 2 décadas.
Asimismo, la automatización implica una brecha diferenciadora fuerte en el mercado laboral, el desplazamiento entre aquellos empleados que ostentan una mayor cualificación y los que cuentan con una menor. Según una investigación realizada por los profesores Carl B. Frey y Michael A. Osborne, de la Universidad de Oxford, aquellas actividades o profesiones cualificadas como médicos o músicos, son los que más están protegidos ante la presencia de la automatización futura de la economía.
El dilema en cuanto a los empleos que se perderán, radica en que se produzcan los suficientes para compensar la ausencia que ocasiona la digitalización. En las anteriores revoluciones industriales, las empresas contrataron a más empleados de las que perdían su trabajo, aquellas que cerraban por no poder competir con las nuevas tecnologías.
La implementación de la automatización podría suponer durante las próximas décadas, el impulso que necesitan las economías desesperadas. Aunque requiere de la capacidad creativa y sensitiva de los humanos para complementar lo robótico. Lo fundamental en este largo proceso es la adaptación y entendimiento durante la transición de una automatización en masa.
Por ahora no competimos con otros humanos, también contra máquinas.